Si se ha mantenido una habitación en la oscuridad durante mil años,
cuando se abre la ventana...
¿harán falta mil años para que la oscuridad desaparezca?De igual modo, en un instante la luz de la verdad expulsa la oscuridad de la ignorancia.
En la bola de cristal de la conciencia está contenida la sensación del observador percibiendo, informando e involucrándose con la experiencia de diversidad, fuera y dentro de la forma a través de la que también se expresa. La sensación de yo-soy es la semilla de la que brota todo, que es percibida por esa intuición yo-soy. El yo-soy no puede expresarse a sí mismo sin la forma. Sin la forma no puede experimentar.
Nadie puede ver al observador del yo-soy. No puedes utilizar tu intelecto más allá del yo-soy. Así pues, ¿qué es lo que conoce incluso al propio intelecto? No utilices la imaginación, ¡la imaginación es observada! ¿Quién sigue pensando? Incluso tu tendencia a pensar, junto con el propio pensar, está siendo observada por eso que está más allá del pensamiento. Entonces, ¿para qué sirve pensar? Es redundante.
Muchos de vosotros teméis ir más allá de la capacidad intelectual de la mente. Existe la noción de que no-mente equivale a locura: "¡Si pierdo la cabeza me volveré loco!". Descubre qué es lo que se aferra a la mente o qué la abandona. ¡Porque eso es mente! Tú eres eso en lo que está contenida la mente, con todas sus ideas y nociones, incluso locura. ¿Cómo puedes volverte loco al descubrir quién eres?
No hay nada malo con el pensamiento. No hay nada malo en ningún objeto. Pero una identificación errónea crea este engorro y estás aquí para descubrir ese autoengaño. Al examinar el "yo", descubrirás que "yo" no pertenece a nadie.
Yo-soy es libertad, yo-soy es Ser. Yo-soy es inmezclable, puro; sin yo-soy no existe nada. Es el perfume inmarcesible de aquel resplandeciendo en cada cuerpo. Esa divinidad en mi cuerpo habla a esa misma divinidad en tu cuerpo. Aquel que mira a través de mis ojos es el mismo que mira a través de los tuyos. Descubrirás esta verdad, se autorrevelará. Aquel que descubre Eso y aquel a quien Eso es revelado son Eso mismo.
No es necesario que te rasques la cabeza intentando comprender. Eso se revela a sí mismo, no a otro.
El Ser-conciencia que eres no se ve afectado por la actividad de la mente o el cuerpo. Tener los ojos abiertos o cerrados no afecta la conciencia. La compañía espiritual no aumenta la conciencia, de la misma manera que la compañía mundana no la disminuye. La conciencia no es una sensación y por ello está más allá de las sensaciones agradables o desagradables. La conciencia no es personal ni impersonal, extraordinaria u ordinaria. La conciencia carece de ubicación; no importa si estás en Arunachala o en cualquier otro lugar del mundo. La conciencia no está al final de ningún esfuerzo o práctica. No puede ser dividida por el tiempo o el espacio. Tu sensación intuitiva del "yo" no está separada de la conciencia.
Eres uno con la conciencia cuando surge tu "yo" sin historia o fuerza psicológica. Eres uno con la conciencia cuando al decir "yo" te refieres a esa intuición que en sí misma es sinónimo de existencia. Si es tu postura, entonces no eres el "yo" que habla o el "yo" que escucha, ni el "yo" que duda o el "yo" que cree. Ninguna religión te pertenece. Los papeles que interpretas en la vida se satisfacen espontánea y naturalmente, pero no te sumerges en ellos como solías hacer. No eres la madre de alguien. No eres el padre de alguien. No eres el hijo o el amigo de alguien. Bueno y malo son meras palabras para ti. Ninguna opinión tiene importancia. Comprendes que todo lo que llega y se marcha forma parte de un conjunto. No es más que la expresión humana. Toda sensación, todo estado de ánimo, todo juego mental es sólo una ola en la superficie del océano. ¿Cuánto tardarás en realizar esta verdad?
[Largo silencio]
Muchos no pueden soportar este tipo de conversación. Extraño es aquel que no le teme a esta invitación sino que es provocado por ella.
Te digo que apartes toda duda y que entonces podrás ser un embajador de tu propia libertad. Llevas esta libertad allí donde vas y eres la luz que ilumina tu Ser.
Todo ser humano habla desde un espacio de duda, desde alguna crisis, algún problema, alguna preocupación. Lo que se pasa por alto es que son debidos a una identificación errónea. Eres tú, la existencia —lo absoluto manifestado— quien parece haber caído en cierta confusión. Esta confusión es producto de tu propio maya. Has caído bajo el hechizo, la hipnosis de tus propias proyecciones, y sufres por esa confusión. Todo lo que hace falta es una bofetada que te despierte de este estupor. Para eso es el satsang.
El estado natural de la mente es estar silenciosa, vacía y abierta. ¡Existe sin intencionalidad! Si crees que necesitas practicar el silencio, hallar silencio, mantener silencio, entonces no lo has entendido. Todo esto, el universo entero, ¡está sucediendo en silencio!
No se trata de salir corriendo en busca de silencio. Se trata de reconocer el silencio que no puede perturbarse allí donde te halles, sean cuales fueren las circunstancias, por mucho ruido que haya. No existen reacciones de ninguna naturaleza. No es un comportamiento o una imposición... Tú y el silencio sois lo mismo.
Todo este hablar, este señalar, sólo tiene por objeto revelar tu propio silencio. ¡Y no hace falta tiempo! Cuando estás frente al espejo, éste no te dice: "Mira, ahora estoy ocupado, ¡vuelve en media hora!". Igual de potente es el espejo de la indagación. ¡Te revelas de inmediato! Y así llegas a conocer lo indescriptible, lo sin forma, directamente. Tal vez no puedas hablar de ello, pero tu sufrimiento acaba. Tus miedos acaban. ¡Conquistas la muerte misma!
Muchos de vosotros, ante la mínima oportunidad de descubrimiento, os excusáis y salís corriendo, temiendo quemar el último apego al "yo". La oportunidad es hacerle frente, sentirlo y ver que sois el intocable.
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